Editorial

La cultura es el espacio natural donde la sociedad dialoga, disiente, se reinventa y de algún modo constituye al propio ser social; es decir, funciona en el marco de la sociedad civil donde la influencia de las ideas, las instituciones y las personas se ejerce no a través de la dominación política, sino a través del diálogo y del consenso ciudadano. Por tanto, si hay un espacio donde debe anclarse la democracia y el desarrollo de los hombres y mujeres es precisamente en la cultura.
Lo que es significativo no es tanto su contenido, como el hecho que se comparta. Esas representaciones comunes ofrecen una cierta preorganización del mundo, un mapa compartido con el que orientarnos. La cultura es al mismo tiempo memoria común (una misma lengua, una misma historia, unas mismas tradiciones) y un conjunto de reglas que permiten la convivencia (convenciones sociales, códigos de conducta).
Las democracias del futuro tienen una de sus pruebas más decisivas en su capacidad de desarrollar la cultura para así contener a sociedades cada vez más plurales. Una democracia es más potente, al contrario de lo que a veces se afirma, no cuanto más consenso tiene, sino cuanto más conflicto es capaz de contener, contando con medios para lidiar esos conflictos, reconducirlos al marco común de convivencia. En la misma línea, podemos decir que no es más fuerte un estado cuanto más homogéneo culturalmente sea, sino cuanta más heterogeneidad cultural sea capaz de contener. Ese será uno de sus valores esenciales. De no avanzar por esa vía, los incentivos a la desarticulación social crecerán.

Mtro. Luis Fernando Ruz Barros

miércoles, 8 de abril de 2009

15 DE ABRIL


Las fronteras políticas han variado continuamente al capricho de la Historia dividiendo pueblos, culturas y familias. Siempre ha habido, no obstante, personas dispuestas a saltárselas sin permiso de la autoridad. Los contrabandistas de cultura, estraperlistas de lenguas, danzas y tradiciones, traficantes de sueños, se han empeñado en reunirse y compartir el contenido de sus sacos.En las zonas “sharnègas” entre Gascuña y Euskal Herria las dos culturas han sabido convivir y mantener espacios propios y comunes. Han creado formas de expresión diferenciadas a partir de un mismo origen. Se podría decir que vuelven naturalmente a su pasado Vascón.Xarnege es un espacio de encuentro, no una mezcla. Un cruce de caminos, no un límite. Una mirada al futuro desde las raíces, no un museo inerte. Tierra de todos y de nadie. Un lugar en el que se comparte y se continúa la marcha de noche con el saco lleno de música.Se llama “sharnègo” tanto a los hijos de matrimonios mixtos como a las zonas en que conviven ambas culturas. Aunque en ocasiones se le dé un tinte peyorativo al término, nosotros hemos querido tomar su lado más amable: “Sharnègo” es quien conoce y ama las dos culturas, quien es capaz de expresarse y afirmarse de dos formas. No importa de dónde surgió una melodía, a quién se le ocurrió un paso de baile, quién inventó un instrumento… Lo que importa es que a partir de lo mismo somos capaces de hacer cosas diferentes y que con distintos elementos podemos coincidir.En esta ocasión y con motivo de los festejos culturales por el aniversario número 490 de la fundación de la ciudad de Veracruz, el H. Ayuntamiento a través de la Dirección de Cultura presenta este fascinante espectáculo donde se fusionan y mezclan los sonidos dando como resultado la identidad básica de lo que ahora somos como veracruzanos.

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