Desde siempre, el hombre ha explorado diversos caminos del arte, la ciencia y el espíritu, en su intento por descubrir la verdad sobre sí mismo. Al estudiar el origen de los números, nos encontramos con que los hindúes -de quienes Pitágoras recibió el conocimiento de los números- lo consideraban como una ciencia sagrada. También los hebreos atribuían un profundo significado a los números, relacionándolos con las fuerzas cósmicas. Es en este contexto que debemos entender que nuestra fecha de nacimiento determina ciertas influencias vibracionales en cada uno de nosotros; y es a través de su estudio, la forma en que podemos descubrir cuáles son nuestras fortalezas y debilidades. Por medio del conocimiento de los números del alma, de la personalidad, del regalo de Dios, de las vidas pasadas y de la misión, aprenderemos a observarnos, respetarnos, amarnos y cultivarnos; sin olvidar nunca que la base de la numerología es el propio ser humano. De las “ciencias” metafísicas –tarot, astrología, quiromancia...- la numerología es la menos conocida o entendida. Para averiguar nuestro número debemos sumar los números de nuestra fecha de nacimiento y si obtenemos un número superior al 9, simplificar nuevamente hasta obtener un número de un dígito entre el 1 y el 9.
Por ejemplo si una persona ha nacido el 12-7-1966 tendríamos que sumar:
1 + 2 + 7 + 1 + 9 + 6 + 6 = 32
simplificando nuevamente:
3 + 2 = 5
El número de la persona nacida el 12 de julio de 1966 sería el 5.
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